Viajar es uno de los mejores
placeres de la vida (para mí). Cuando uno se prepara para emprender una nueva
aventura sea en su país o en otro continente, mantiene en su interior todo tipo
de sentimientos: felicidad, tristeza, emoción, miedo, entre otros. En los
últimos años, la tecnología (acceso a internet, el uso de un móvil o PC) nos
acerca a los lugares más recónditos del mundo, pudiendo visitar virtualmente
lugares, encontrar recomendaciones de otros viajeros, saber qué llevar y que
no, cómo actuar respetando la diversidad cultural, entre otras cosas más.
Hoy en día, escuchar hablar de
oriente medio es sinónimo de guerra, muertes, intereses económicos, políticos,
etc., siendo poco atractivo (turísticamente) visitar los países que lo
conforman o los países próximos. En ese sentido, Egipto es uno de los países
que en los últimos años, su turismo ha sufrido cambios negativos, a causa del
estallido de la primavera árabe (2011), golpe de Estado (2013), atentados (2017),
entre otras situaciones. Sin embargo, pensar en Egipto es traer a nuestras
mentes (considero para la mayoría de personas sobre todo quienes estamos en
otros continentes, principalmente en América Latina), las clases de historia
universal impartida en la educación básica: la etapa faraónica, las pirámides,
los grandes templos, entre más…
Muchos/as hemos considerado
alguna vez en nuestra vida, el creer que es imposible visitar países lejanos
debido a la gran cantidad de dinero a invertir, la peligrosidad del contexto o
por el temor (en el caso de ser mujeres) en países de destino donde la cultura
y los espacios públicos son principalmente de hombres. Con muchos temores me embarqué en una nueva
aventura a Egipto, mi principal razón de viaje fue por estudios, aun así muchas
sensaciones se hicieron presente, sin que faltara los comentarios de: ¿vas a viajar sola?, ¡qué miedo, en esa
parte del continente están en guerra!, “la mayoría son musulmanes, es peligroso
para las mujeres”, ¿usarás velo o niqaj?, etc., etc…
Parte de lo que se cree antes de conocer la realidad en terreno es
cierta y en parte no lo es…
Primero, el
gobierno egipcio viene implementando estrategias de protección a su población y
turistas, teniendo resguardadas con muros de cemento y personal policial las
principales instituciones públicas, algunas iglesias católicas, lugares
turísticos e incluso muchos establecimientos comerciales y hoteles, en todas
sus entradas cuentan con sistema de detección de armas y escáner para los
bolsos y maletas.
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Detector de armas en un hotel |
Segundo, de
llegar a Egipto lo ideal es contactarse y/o contratar previamente los servicios
de un hotel con recojo en el aeropuerto, principalmente si son mujeres (como en
mucho lugares del mundo, somos vulnerables a cualquier tipo de ataques), y
claro para no pagar excesos en los servicios de taxis. Esto acompañado de
realizar cambio de dinero a libras egipcias (1 dólar = 17,6 LE) y de esa manera
pagar todo lo que se requiera en la moneda local.
Tercero, el
90% de la población egipcia es musulmana, motivo por el cual hay que tener la
plena consciencia de respeto y tolerancia con sus prácticas culturales. Las
prácticas religiosas son: orar 5 veces al día (nunca hombres y mujeres juntos,
incluso en las mezquitas hay espacios diferentes para cada grupo); no comer
cerdo; en el caso de las mujeres musulmanas es relevante el “cuidar la belleza
femenina” por ello muchas utilizan velo o niqab.
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Hombres orando en la calle |
Cuarto, no
siempre las mujeres egipcias usaron velo, esto se hizo “obligatorio” en 1958
cuando el presidente Nasser lo estableció, sin embargo en las décadas
siguientes mayor cantidad de mujeres portaban velo, hasta el día de hoy.
Quinto, Egipto
como otros países es un mundo de hombres, las calles están abarrotadas de
tiendas que copan las veredas con mesas y sillas ofreciendo el famoso shisha,
es rarísimo ver mujeres en aquellos lugares, a menos que sean turistas y estén acompañados
por algún varón.
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Shisha |
Sexto, Egipto es uno de los países donde la platería es barata (por lo mismo que su moneda esta devaluada) la artesanía también es hermosa.